POR UNA DIETA DIGITAL

 

   La conectividad perpetua

 

  Dentro de muy poco tiempo nadie se acordará de como era la vida antes de Internet. Día a día, de manera inconsciente dependemos cada vez más de nuestros dispositivos y hemos comenzado lo que la escritora Linda Stone: "una continua atención parcial", una vez que nos acostumbramos a estar en ese estado, la gente tiende a la conectividad perpetua; y la sensación de que somos reconocidos por el mundo es irresistible, pues nos hace sentir imprescindibles e importantes. Sin embargo, esta constante exposición nos lleva a lo que se ha denominado "tecno cansancio cerebral"

    Estos cambios en nuestras vidas cotidianas, solo pueden ser percibidos por quienes hemos transitado hacia el mundo digital; somos los invitados al nuevo mundo. y la manera de sobrevivir ese mundo no depende tanto de la edad como de nuestra habilidad para adaptarnos.

    Cuando se establece la imprenta, se comienzan a publicar los libros que derriban los monopolios del conocimiento; sin embargo, las consecuencias de esa nueva tecnología,  tardaron siglos en hacerse sentir; en contraste, ahora, estamos experimentando una diferencia cualitativa inmediata en nuestras vidas. 

    Si alguien nació antes de 1985, sabe lo que es la vida antes y después de Internet. A esa población se nos denomina "inmigrantes digitales", y como a la mayoría de los inmigrantes, no siempre somos bienvenidos en el nuevo mundo. La tecnología, a fin de cuentas, es una herramienta para acortar la distancia entre un problema y una solución. La tecnología en sí misma no es ni buena ni mala. Simplemente ya no podemos estar fuera. En la década pasada, el 40% de la población del planeta estaba en línea. 

   El tempo que le dedicamos a nuestros dispositivos significa que le hemos ido quitando tiempo a otras actividades de nuestras vidas. 

   Parecería que las interrupciones a causa de nuestros teléfonos o búsquedas a Google o videos en YouTube son concesiones momentáneas, sin embargo, en un estudio del 2012, en los Estados Unidos,  se concluyó que quienes estuvieron conectados pasaron 520 billones de minutos conectados. De manera que la tecnología no solamente enriquece nuestras experiencias, se ha convertido en nuestra experiencia.

   Es indudable que cada avance es una invitación a mejorar alguna parte de nuestras vidas pero también, necesariamente, nos están separando de otras cosas.

   Para los niños "digitales", a veces les resulta más divertida una pantalla que un ser humano, tal vez porque los humanos no tenemos brillo. y por ello, cada vez es más común que un papá comente que un dispositivo puede ser lo mismo un sedante que un estimulante. Los ejemplos abundan y a un bebe le resulta más fácil transitar pasar los dedos por una pantalla que por otro tipo de objeto, ahora piensan que todo es sensible a sus dedos: la revolución ya esta completada.

   Por supuesto que los jóvenes encabezan el cambio; en el 2010, la Fundación Kaiser demostró que la población entre 8 y 18 años permanecía 7 horas y 38 minutos pegados a sus dispositivos, al día; consumen más de un medio, pues van desde jugar hasta buscar información, estar en su página de Facebook y haciendo tambien su tarea. En una de las más dudosas habilidades de la era moderna: el multitasking. Con esto nos damos cuenta que nunca había habido dos generaciones que entre una y otra, hubieran experimentado tal disonancia cognitiva, pues nunca había habido una evolución tan rápida. El índice de absorción de la tecnología es impresionante.

    Estos cambios, sin embargo, según uno de los grandes estudiosos del fenómeno, Nicholas Carr, señala cómo la plasticidad neuronal, gracias a Internet, nos está conduciendo a un pensamiento más superficial y nos está haciendo menos capaces de profundizar.

    Hay cada vez más evidencias que las nuevas generaciones tienen dificultades para enfocar la atención, ser pacientes y pensar de manera más profunda. Algunos analistas expresan sus temores de que estamos conduciendo a las nuevas generaciones a meros consumistas de información, con el riesgo que ello conlleva.

   Es por ello, que como padres responsables, así como debemos restringir el consumo de los denominados alimentos "chatarra", debemos responsabilizarnos por la "dieta" digital de nuestros niños y jóvenes. En este nuevo mundo de superabundancia de medios, es necesario que proactivamente, los desprendamos del "mundo virtual" para que también cobren consciencia del mundo que los rodea.

   En posteriores envíos, hablaremos sobre las consecuencias que la de sobre exposición a los nuevos medios, puede tener en nuestros niños.















   

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